Memorias del Periodo Especial, los momentos previos a él (II)

Bueno, debo aclarar que no pretendo criticar ni alabar lo pasado, esos hechos para mi simplemente ocurrieron a mi forma. Posiblemente, seguramente para otros, ocurrió de forma diferente en cada caso si le preguntas a otras personas que vivieron lo mismo.

Pongámonos en el lugar en el tiempo: 1992-1994, fueron los años más duros del periodo especial. Antes de 1992 no había vivido algo así. Mis padres me dicen que algo similar ocurrió en los 60 cuando Fidel se peleó con los rusos y con los chinos y cuando toda latinoamérica, con la excepción de México, rompió relaciones con Cuba. Más o menos supongo debe haber comenzaro aquella vez luego de la crisis de los misiles pues por ahí fue la peleíta con los rusos y disminuyeron los suministros.

Recuerdo que en Agosto de 1991 fueron las últimas vacaciones así más o menos normales, fuimos a la playa con mis padres y la familia de mi en aquel entonces novia. Dificultades siempre hubieron en el país, pero digamos que para mí o para nosotros era lo normal, lo acostumbrado, nada de qué sorprenderse, nada nuevo, todo como siempre. Digamos que comparado con lo que vino en el 92-94 no eran dificultades. Normal las vacaciones, al mar las mañanas, viendo peces de los arrecifes en Santa Lucía, bueno.. normal, todo lindo.

Comenzaron las clases, setiembre de 1991, mi último año en la vocacional (una especia de colegio pero donde estábamos becados y estudiábamos 11 horas diarias asignaturas adicionales a las de otros colegios).

En ese tiempo sí se comenzaron a notar “cosas”, no sé, faltaba el jabón, quizá ya faltaba de antes, pero voy a proponer que fue en ese año 1991.. shampoo? je.. tampoco.. desodorante? No papá … tampoco! La comida en la vocacional se degradó, recuerdo era maluquita: arroz integral, sopa de arroz, arroz con leche…

Recuerdo un caso, creo que lo iba a publicar como tema aparte, pero ya que sale a colación recuerdo que para almorzar nos daban un ticket cada día, de un color diferente al del día anterior, uno por cada estudiante del grupo. Batallábamos por el ticket del estudiante que faltaba ese día (porque nos daban 30 tickets para los 30 estudiantes y no miraban si faltaba alguno). En fin: un día pasamos con un amigo por debajo del comedor  y nos topamos conque botaban ahí los tickets recogidos del día. Y los colores no eran infinitos, eran unos 10 diferentes colores… así que comenzamos a recoger esos tickets clasificarlos por colores, como si fueran estampillas postales… y ya a los 10 ó 15 días, teníamos muchas copias de todos los colores que sacaban … así que de ahí en adelante, comíamos sin miedo y le dábamos (de forma controlada para que no se supiera cómo o de dónde) tickets a algunos compañeros conocidos.

Sobre el jabón.. recuerdo que al inicio comenzamos a bañarnos con un pedacito recortado del jabón de lavar. Es decir, tampoco es que ibas al baño con TODO un jabón de lavar (que son más grandes) sino una lasca para que se semejara un jabón digamos “de hotel”. A los pocos meses de ese 1991 me comenzó una picazón en ciertas partes del cuerpo… en las “verijas“, no era sarna, la sarna la había pasado un año o dos antes.. y eso no era sarna.. resulta que aprendí que el jabón de lavar tiene otra composición, creo que es potasio y no es apto para bañarte con él todos los días.

Así que, no sé cómo me consiguen UN jabón y lo cuidé mucho, tanto que me duró más de un año, porque para que durara, los baños tenían que ser bien rápidos:

  1. Enjuagarte
  2. Mostrarle el jabón a las partes principales del cuerpo (por mostrarle digo la acción de no asentar el jabón en el cuerpo, sino pasarlo ligeramente sobre el cuerpo para que no se desgastara)
  3. Enjuagarte.

Y ya. De shampoo: limón hervido y luego licuado, me dejaba el pelo chorreado, pero no tenía casi caspa. Tampoco hacía espuma, pero no tenía casi caspa.

Así se iba aprendiendo a sobrevivir. En principio no pensaba en la ropa ni zapatos, la ropa era la misma de los años anteriores y siguió siendo la misma hasta que me gradué en la universidad.

¿Calzoncillos? Era una tela de poliéster de sabe dios qué antigüedad, que formaba parte de alguna ropa de mi mamá, que ella hacía calzoncillos. Olía peculiar un calzoncillo de poliester sudado luego de varios días sin bañarme.

¿Bañarse? Una vez cada 3 días, no sólo por ahorrar jabón, eso era lo de menos.. era por cochino. No tiene otra justificación.

Todo en aquella época fue reutilizándose.. todo… no se botaba casi nada. Al inicio era normal, pues tampoco éramos derrochadores “antes de”, luego fue la rutina diaria. Recuerdo que ya viviendo en Ecuador traje a mami unos meses.. y un día abrimos la puertecita de abajo del lavadero de la cocina y estaba llena de pomos vacíos, desde los de agua hasta los tarros de leche en polvo del niño.. nos confesó apenadísima que a ella le daba una enorme pena botarlos. Y fueron momentos en que regresé a “aquellos tiempos”.

Sí porque de una lata de cerveza o colas se hace un vaso…. aquí se bota. allá es el vaso… se raspa la lata de cerveza contra la acera (tienes todo el tiempo de tu vida para eso).. contra la acera se pone la parte que se abrió de esa lata contra la acera y se le raspa y raspa y raspa y raspa hasta que esa latita de arriba, la partecita de arriba que tiene el huequito por donde la tomó “alguien”.. se sale.. entonces te queda un bonito vaso.

Ya entrado el 1992 la cosa siguió poniéndose dura y continuó cada vez más dura a medida que pasaban los meses, hasta llegar al momento cumbre cuando la explosión social en el verano del 94, la crisis de los balseros, y la aceptación por parte de los entes del gobierno de que se podían tener divisas (dólares, pesetas, libras, yenes, francos) por parte de particulares. Porque sí, hasta esa época no se podían tener, era penado.

En el 1992 conseguimos en la familia un terreno prestado para cultivar; y como mucha gente, nos lanzamos a la aventura. Ya el año anterior lo habíamos intentado y el anterior, pero en el patio de la casa. No teníamos una gran experiencia como agricultores, pero ahí leyendo, oyendo, preguntando a otros, fuimos averiguando y encontrando las formas.

El terreno tenía yerbas muy grandes, grandes… y nos tuvimos primero que lanzar a cortar esa yerba, 4 ó 5 metros cuadrados hoy, 3 ó 4 mañana, 6 ó 7 pasado, y así hasta que logramos un espacio medio grandecito, unos 20 ó 30metros cuadrados y comenzamos sembrando de todo. Al inicio sin mucha lógica, todo era para probar. Era un terreno que parece que hacía tantos años que no se utilizaba que todo lo que sembramos se producía. Sembrados de largo periodo, plátanos por ejemplo. y de ciclo corto como maíz o maní. Recuerdo especialmente el maní porque fue 1m^2 o algo así y mira que dió maní esa cosa, y sacábamos maní y volvía a nacer solito y volvíamos a sacar y volvía a nacer…. ya ni nos gustaba.

Se desbrozó todo ese terreno, y sembramos plátano, maíz, frijoles, maní.. quizá algo más, seguramente.. oh sí: calabaza que se da solita.. en fin, una que otra cosa. Se intentó de todo, desde tomate y ají hasta ajo y cebolla (estos últimos no resultaron).

Era todo experimentación, sin agua artificialmente llevada hasta las plantas, no señor.. era la que caía de las nubes y ya. Y durante un año o dos funcionó. Debo recalcar que no éramos personas con experiencia en esto. Éramos más bien del área técnica Ingeniero mi padre, economista el vecino que nos acompañaba, yo era estudiante que iba a comenzar la universidad, etc.

El terrenito rindió un buen tiempo, ya llegado yo a La Habana, a la universidad, todavía me mandaron maíz molido, sin miedo. Porque no se podía vender legalmente… y a mi papá se le fue la mano, de todo lo que se produjo, alcanzó para el vecino, para nosotros, y me mandaban maíz seco molido hasta decir basta… ya en el 1993 por alguna razón no les permitieron seguir usando el terreno por lo que se acabaron esos suministros.

Así que: no es que no sepa sembrar… sólo que soy vago, pero no tengo miedo, si hay que hacerlo, de sembrar.. sé que funciona.

La luz, se comenzó a ir frecuentemente, todavía no era algo grave, pero sí se iba varias horas, 3 ó 4 al día. A medida que pasaban los meses las cosas se comenzaron a poner más graves y ya para el 1993-1994 los apagones duraban fácilmente 8 horas al día, y en muchas ocasiones 16 horas o más. Recuerda, el calor, los mosquitos, y sin luz. La comida descongelándose continuamente, etc. Y esto era diario. Raro era el día en el que no fallaba la luz, raro, muy raro. Lógicamente no había nada en venta en las calles, nada, ni pienses en oir la radio porque no había pilas, ni pienses en salir a caminar por caminar, porque la comida ya escaseaba y tampoco gastar energías por gusto. Ok, no es que no se saliera, pero tampoco era así como “ok vamos a caminar un par de kilómetros por diversión!” nada de eso, agobiaba todas las escaseces: luz, comida, gasolina, ropa, zapatos.. tampoco era como que si aquí se va la luz un rato y aunque sea coges y te vas 3 cuadras más abajo a almorzar hasta que regrese. no.

Un detalle, que para mi fue como el campanazo de que la cosa se puso seria: En fin de año del 1991-1992 nos fuimos a comer a un lugar X, simplemente todavía habían lugares donde se podía ir a comer. Por alguna razón entramos ahí y nos dicen que había pollo asado a 7 pesos el pollo. No eran pollitos, eran pollos grandotes, enormes. Comenta papi: estos son los pollos ponedores.. se acabó el pienso para ellos, no hay cómo mantenerles y oí que les habían mandado a matar y a vender pues de lo contrario se iban a morir de hambre. Nos comimos un pollo cada uno, éramos 5, mi abuela, mis padres, y los dos “niños” pues todavía no teníamos 18 años. Sí comimos bastante ese día.. y también te digo que no volví a ver un pollo completo a ese precio tan bajo en muchos años.. o nunca. Ok, no volví a ver que allá vendieran pollos así completos en un restaurante nunca más.

Ese mes de Mayo o Junio del 1992 hicimos las pruebas de ingreso para la universidad, y obtuve una de las 5 plazas que asignaron para la provincia para estudiar Ingeniería Informática. Todas las plazas venían de cierta forma planificadas, 5 de informática, 20 de telecomunicaciones, 3 de cibernética, 300 de medicina, 80 de maestros, 1 de hidráulica, 14 de no sé qué.. en fin, de algún lugar sacaban una planificación de cuántas personas de cada especialidad necesitaría la provincia para dentro de 5 años (porque lógicamente no nos graduaríamos, si es que nos graduábamos, hasta 5 años después). La competencia era fiera, no había privilegios.. la mitad de la nota era el promedio obtenido en el colegio.. la otra mitad de la nota era el promedio de esas pruebas de ingreso que hicimos a mediados del 92. De las 5 plazas yo obtuve la 3ra posición. Afortunadamente ni para mi carrera ni para la de hidráulica habían porcentajes para el servicio militar. Porque en las otras carreras, el 30% de las mejores posiciones iban directo a la universidad, el otro 70% pasaba un año en el ejército antes de entrar a la universidad.

Ya para fines de Julio salieron los listados, ahí es que me entero de que pude obtener la carrera por la que opté en primera opción. El resto del mes lo pasé haciendo radio (con ayuda de un amigo me hice de un equipo de radio y me pasaba el tiempo en la radio y así).

Sobre el 16 ó 17 de Agosto papi me llevó a La Habana, fue el último viaje del carro a La Habana, fue un viaje largo, con calma, paramos a mitad de camino donde mi abuela paterna y tía, luego en La Habana estuvimos un par de días en casa de conocidos pues en La Habana no teníamos familia. Como el 18 de Agosto me lleva a la CUJAE, me matriculo y ese mismo día se retira él para Camagüey. Si te fijas, todavía las dificultades no eran épicas, eran notables, duras, perceptibles, pero lo que no sabíamos todavía es que era sólo el inicio de ese periodo que llamaron especial.

Ahí comienza la aventura de la Universidad lejos de casa.

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